Navidad en Familia

Una Familia Real, o no 

Este 2023 que se nos está despidiendo entre guerras absurdas y precios estratosféricos, deja para la memoria lusitana una de las imágenes más cachondas que sólo un país como Portugal puede producir: el bodorrio de la Infanta Maria Francisca, hija de Su Alteza Real, el Señor Don Duarte Pio, Duque de Bragança y Rey de Portugal, transmitido en directo por la televisión nacional, con 1200 invitados y una tarta gigante para el pueblo llano que esperaba sacarse un selfie con los novios a las puertas del fabuloso Palacio de Mafra. Pero en esta historia hay dos pequeños inconvenientes: ni Portugal es una Monarquía ni esta Familia es tan Real como lo anuncian las portadas del ¡Hola!
 

(Viva la Novia!)

Y es que la jovencita y angelical novia es la tataranieta de Miguel de Bragança, tercer hijo de João VI, aquel rey gordote y feo que se largó con toda su corte a Brasil huyendo de Napoleón en 1807. Tras el regreso de la Familia Real a Portugal, las Cortes ya habían promulgado la Constitución Liberal para horror del principito Miguel, un pijazo católico, tradicionalista y anti masón que encabezó toda clase de conspiraciones hasta restablecer el régimen absolutista. Clavadito a su tío Fernando VII de España, oye. 
 

(Devuélveme la Corona)

Tras liarla pardísima y proclamarse como Miguel I, arrastró al país a una ruinosa Guerra Civil contra su hermano mayor Pedro, defensor de los principios liberales que triunfaban en aquella Europa del siglo XIX. Los absolutistas fueron derrotados y Miguel y todos sus descendientes desterrados de Portugal, perdiendo sus derechos dinásticos para siempre jamás.
Pero la línea de los Bragança legítimos, como ya sabes porque te lo he contado mil veces, terminó tras la proclamación de la República en 1910. Y, cosas de la Dictadura, el destierro eterno de los descendientes de Miguel se anuló en 1950 gracias a Salazar que buscó hacer un juancarlos, aunque la maniobra les salió rana y hoy estos simpáticos e inofensivos Braganças tienen tanto derecho a la corona como tú. Así que ya puedes ir reservando el Palacio de Mafra para la boda de tu hija, que te va a quedar fenomenal la fiesta.

Braganças por el mundo

Que el Infante Miguel acabara desquiciadito perdido no fue enteramente culpa suya. Al fin y al cabo era hijo de João VI y de la chunguisima reina Carlota Joaquina de Borbón y entre sus hermanas estaban dos princesas que fueron esposas de Carlos Maria Isidro de Borbón (sí, el de las Guerras Carlistas), un heredero al trono que declaró la independencia de Brasil y se coronó Emperador, una infanta que se casó embarazada y no tuvo vergüenza de decirlo, una princesita infeliz que fue la fundadora del Museo del Prado y la única persona cabal de aquella casa, la infanta Isabel Maria de Bragança, que fue regente de Portugal para salvaguardar la Monarquía, la integridad del país y el sentido común. Cuando te quejes de la cena con tus cuñados, imagina la Navidad en casa de João VI y Carlota Joaquina.
 

(Nos han salido unos niños buenísimos)

Fueron tantas las bodas, cruces y devenires de esta real y desestructurada familia que de ella salieron tres dinastías que acabaron mezcladas con casi todas las casas reales del Europa. Mientras que en Portugal los Bragança mejoraron el linaje gracias a la boda de María II con un rubísimo, culto y viajado príncipe alemán llamado Fernando Saxe-Coburgo-Gota, primo de la familia real inglesa, la Rama Miguelista fue condenada a deambular por Europa sin corona, gloria ni fortuna, casándose con condes y duques austro-húngaros de apellidos impronunciables y protagonizando escándalos sexuales muy poco dignos para un Bragança.
 

(Emperadores a blanco y negro)

Y si eran pocos, en Brasil quedó la Familia Imperial, la única Casa Real que ha gobernado en América, y aunque su reinado duró sólo setenta años tuvo tiempo de modernizar el país, abolir la esclavitud y cruzarse con los Orleans y los Dos Sicilias, que son dos familias estupendas y quedan genial en la foto. Hay tantas líneas sucesorias, como pretendientes a tronos inexistentes. No tendrán corona, pero son entretenidísimos.

Volver a casa por Navidad

Me despido de 2023 con esta Carta navideña dedicada a la Familia, al hogar a donde todos volvemos cuando los vientos fríos del invierno acechan el corazón. Un año más, miles de familias portuguesas se reunirán alrededor de una mesa llena de dulces, vino y bandejas rebosantes de bacalao, pavo o pulpo y cantarán al Niño Jesús mientras los pequeños se esconden histéricos esperando la llegada de Pai Natal.
 


Pero esta imagen opípara y exuberante de la Navidad es relativamente reciente. Hace 100 años, la Nochebuena era, en la mayoría del país, sinónimo de ayuno y recogimiento, reservando la celebración para la gran fiesta el día 25, donde incluso los más humildes tenían acceso a un plato caliente con sus seres queridos, muchos de ellos emigrantes, que regresaban a casa después de años sin besar a su madre o a sus hermanos. Este es el fado de mi país, la urgencia de volver al regazo de los que nos quieren. Esto es la Familia, la fortaleza segura donde el amor, la comida y el perdón están garantizados.



Te deseo un Feliz e Santo Natal. Muchas gracias, un año más, por acompañarme, leerme y ayudarme a crecer. Obrigada Mr Giffin, a mi querida Ana Flecha y a la ciudad de León en  general por editar y publicar y disfrutar del libro más bonito del mundo (el mío).
Y un beijo desde o coração a la señora más estupenda de España, Inés García Albi. Y es que la Familia también son los Amigos nos cuidan. 

La clásica canción de Navidad de despedida
 
Antes de atiborrarte a turrones y cava, te invito el día 20 a la presentación del libro de Lidia Jorge "El viento silbado entre las grúas" en la librería Lentejo y Castañuela, en Madrid. No te lo pierdas, que lo presento yo.

Y un año más, me despido con el divino David Fonseca y su versión de "White Christmas", montando en bici por Lisboa. Qué tío más genial, por favor. Bom Natal también para ti, David!  
 
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Obrigada por leres esta carta.
Bom Natal.
Rita Barata Silvério
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